LAS FILIGRANAS DE PERDER
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

julio 13, 2008

Piedra Libre - Colaboración desde Argentina


PIEDRA LIBRE
D. R. Mourelle

Encontré tus poemas
bajo nombre falso
mordidos al camino

vos : una mandíbula
yo : la otra
baile de máscaras al descampado

maestra y mago — sumidos a septiembre
marionetas para jolgorio
de los dioses

Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

septiembre 21, 2007

La Cadena Que Sujeta Tu Muñeca - Colaboración desde Argentina


LA CADENA QUE SUJETA TU MUÑECA
D. R. Mourelle

Veo venir la vieja y
por vieja
conocida
pasión por las jaulas
propia mansión y ajena
adornada con fausto de cerrojo versado
y telas carnívoras

la veo venir
de la mano de gesto tan humilde como falso
y el olor
que se anuda por sus pliegues
ahora un poco abiertos
lava el mundo y le agradezco
que me haya dado
apenas
tiempo para retirar mi ropa
y conservar las manchas
mi tesoro

Llega la fabulosa pasión por las jaulas
y — los cuadros
se van descolgando ...

Queda — eso sí — la sombra de los bordes
el decir de días y días
infusiones calientes recibidas por espíritu de entraña
lecciones previas al cenit
incluso cuando invierno se agachaba detrás
del arbusto fundido con la pared
de ladrillo puesto en desorden

Y detrás ... lo que llega detrás ... los cascos
a galope del ruido
polvareda
el temblor contra suelo enrejado
perfume de los hierros
el cuero embebido en sal
las cintas
el aire cautivo a la sombra
quietud de asilo
tanta demora detrás
tanto reloj de arena gruesa
de sol reseco
detrás

Veo venir la pasión por las jaulas ...
ya era vieja hace siglos
la recuerdo
vieja cuando — repetidamente
dijera adiós y jugara a no ser
la recuerdo — casi
un poco más

En su no ser
tan de conquistador que abandona el frente
la línea resiente sus doce cromosomas

uno más y el verano se habría rajado al medio
justo al medio
entre la crisma y el martillo
justo antes de chuparse la última gota del árbol que enfriara la infancia
vereda recién baldeada y ya
nuevamente
lozana de tierra de jaulas a cumplir

Y llega
consentida en fuegos varios
consumiendo el brillo de lo ... intrascendente
detrás — hacinada en las ruecas de su detrás
defendida su espalda por muchedumbres cargosas y adictas
al calor de unas pocas retinas
sobrevivientes

Y llegan estas jaulas
apasionadas
a darnos la herramienta que construya
el futuro
bajo sencillo rigor de lo sensato

las veo venir pero no me muevo pues
para hacerlo
debería dejarte sola
en esta mesa
cubierta de libros
que se incendia
y — en lugar de correr
acaricio la cadena que sujeta tu muñeca
y me pregunto si la piedra que reluce contra tu cuello
será fósforo atrapado en los nudos de la profunda
así de roja
y oscura
y enjaulada

y no importa si mantiene la silueta
de la flor que supimos vestir en la guerra
olvidaremos todo menos eso
lluvia que arreciaba el corazón
en otra tarde que perdíamos

Y la vieja pasión por las jaulas vuelve cada año
justo cuando hablamos — en esta mesa
encontrados — detrás y bien encontrados
igual que los chicos cuando cantan el himno por primera vez
e inventan con qué llenar los huecos
o mueven la boca sobre lo que ignoran
primera vez — auténtica — como pocas

Allí — donde la pasión no puede
ni jaula se quiere
aquí
donde cierro un ojo y me abrazo
a tu cadena

Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

julio 20, 2007

Iguanas Expulsadas del Trópico - Colaboración desde Argentina


IGUANAS EXPULSADAS DEL TRÓPICO
D. R. Mourelle

aferrar la pala
y poner
un orden a la muerte

El odio tenía su propia canción
no le importaba
qué tan jóvenes fuéramos

Tendidos bajo la lluvia
atrincherados en aquel barrial
pedíamos que no hubiera deslizamiento
algunos sabían a quién
yo no

poco me habría torcido el futuro
haber encarado al mismísimo Diablo de las Cañas
poco me habría cambiado
la suerte
de aquella noche inclinada

Cada tanto miraba hacia arriba
para que la lluvia me lavara
el barro de los ojos
Allá abajo el griterío seguía
algún tiro
antagónicamente seco
como si una rama se quebrara acertada por un rayo

La derrota hundía el valor de la tormenta
achataba incluso el miedo
nada más nos quedaba el odio
miserable campana que nunca falta
al funeral de los perdidos

Había que estarse quieto ...

Ninguno de aquellos héroes
elegidos de la patria
se habría sentido tan arrojado
como para subir los cien metros que lo separaban de nosotros
menos aún con la noche así
a punto de saltarnos encima
como nube de langostas que huele el maíz

Y así
aquella patria los quiso en otro lado:
subieron a los camiones y dejaron a los changos donde habían caído
de a dos
de a tres ...

La Antonia estaba sola
la cabeza entera pero sola
sobre el borde acuchillado
panza abajo
en aquella roca cuyo brillo se apagaba junto con el día

Hay un escalón peor que el miedo: el después
ese goteo de aceite que satura la luna
mucho más cuando nueva
esa fuerza que falta —no mucho— lo justo
para dejar el músculo tieso a media uña del mover
parpadeo previo al incesto
tan común en aquel monte

El arrojo: mismo para limar las balas
que para la noche del cuerpo y
si familiar
lo dulce permanecía como exitosa redoblona
más allá del candado
y las rejas
y el taco de metal

Inmóviles

de regreso al barro corrompido por Adán
allí estábamos
iguanas expulsadas del trópico
farsantes
a fuerza de querer un día más

De un salto
nos delató la mañana
y la oscura se quedó —para siempre
con las voces de aquellos hermanos
y no lo sé
me lo contaron
fui el primero en buscar la pala y tallar el suelo más arriba
donde apenas se podía
cunas deficientes para sueños fríos
graciosamente fríos
según también me contaran veinte años más tarde

La tarea de poner orden a la muerte nunca terminaría
cada paso arrancaba una capa a la cebolla infinita
seca como lágrima de azufre
como aquellos tiros
perdidos junto con la tarde

Los meses que siguieron
implacables por desborde
nos tornaron
expertos en la huida
nunca del todo libres

animales que cambiábamos de jaula
comprendimos finalmente aquella voz de la Antonia:
Hay que olvidar al cazador
borrarlo de la historia que
contándonos
aprieta nuestros pasos como cauce al río
quitarle la palabra

Habría bastado con aquélla que limaba el filo a nuestras horas
borronearle el contraste que infectaba el fondo
pero
cuesta reconocerlo
tampoco nosotros resultamos capaces de achicar aquellos cien metros
deslizamiento de orden diferente
para sellar las cuevas del temblor

Al miedo
tampoco le importó qué tan jóvenes fuéramos
y su canción siguió sin detenerse para vernos envejecer

Muchas más lluvias barrieron el monte
incluso después de mi partida
y cada tanto me llega alguna carta
donde me avisan que un diablo
todavía pregunta por mí entre las cañas

De mi parte
recién ahora les cuento
que las noches siguen mostrándose inclinadas
incluso aquí —cinco paralelos al sur
o más cuando soplan las nubes de enero

El griterío
en cambio
ha cesado

Las quejas que se escuchan
me provocan una sonrisa que aprieta a contramarea
en este futuro torcido

Con los ojos de la Antonia pasa diferente
cada vez que su voz se me viene
se cierran —y se quedan así hasta que me duermo
callados
igual que cuando sonaba el último disparo de la jornada
y agradecíamos el zumbido de los mosquitos
tan molesto al principio

Sigue al acecho un escalón peor
el precio que delata lo inútil
pues siempre le falta un cinco al esfuerzo
y vuelve para cobrar
envuelto en la cálida nostalgia del incesto
y me dice que le muera fuego al olvido
y que me cuide.

Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

julio 09, 2007

Ala Rota de Junio - Colaboración desde Argentina


ALA ROTA DE JUNIO
D. R. Mourelle

Llego y ahí estás
en la puerta
noche de santuario
a medio camino de la mesa
roja la cara
¿Quién — vos — entonces?
¿Y quién — yo — ahora?

Ráfaga — de por allá
día nuevo no querido
jaula abierta : condena peor
las heridas y el costurero
viejo
canción interrumpida
astilla de hueso — en mi hombro

Lástima — la muerte
perdida en otro barrio
tan incumplidora
¿Querremos soltar — la cuerda — el peso?
Fibra que nos une: este carbón.

Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

Final de Vacaciones - Colaboración desde Argentina


FINAL DE VACACIONES
D. R. Mourelle

La vuelta a casa
las cosas en la valija
los bolsos
a no olvidarse de nada
querida doble negación tan nuestra
como las cajas de alfajores
chocolate — dulceleche
mallas — ojotas
tela y goma bajo el sol
y la merienda — temprano — cuando las nubes
fundidas en una

Mañana — le dirás adiós a la costa
hoy — por última vez en este verano
bajará el sol para vos
y te preguntarás
si la suerte
por qué las hebras — té de contraluz
salto de sonido — navegante
zapatillas — remeras
ese libro — comprado para recordar : estuve ahí
todavía siento la sal en los labios
pulseras — colgantes
piedras a medio tallar : escritura de magos
el corte de otras tijeras

Mañana — el micro
y la casa
que no será la misma

un trapo al piso
el tanque del baño
si enciende el calefón
el cuaderno — de nuevo sobre la mesa
menos hojas vacías
el lápiz de tu cumple : vaticinio cálido
la nota olvidada hace diez días

Sonrisa — a medio camino del temblor y la fiesta
el efecto deseado — ¿quién — si no?
y te observarás en el reflejo del vaso
como si no lo supieras
disimulo — ante vos — por si más

¿Qué percibe lo cruzado?

Pondrás el agua a calentar
jugarás a que el teléfono se fue
uno más
de siluetas mudas
yerba en el mate — una cuchara — dos ...

y unas risas — velos del comedor
dirán los nombres ¿de quién — de nuevo?
guardados mal

Hoy — último día de tu verano en la costa
llueve sin ganas — se puede pasear igual
gastar los pesos que sobraron
un helado — una pulsera en tonos de verde
lo real : apenas un mordisco
en otro mar — menos claro
también brillante
sus mareas : lo posible
bajo y alto
como cebar otra vuelta y sembrar
risas
por si el ocaso
de este hoy — titubeara

Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

julio 06, 2007

Por Costumbre — Y Así - Colaboración desde Argentina


POR COSTUMBRE — Y ASÍ
D. R. Mourelle

Cuando la marea
me pongo aquel pulóver que te gustaba
me recuesto en la pieza
y — a medida que el cosmos enciende los rieles
me respiro quieto — muy quieto.

Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

No me lo contaron - Colaboración desde Argentina


NO ME LO CONTARON
D. R. Mourelle

La abuela camina erguida y dando saltitos
como si recibiera pequeños empujones en la cintura
El abuelo la mira ir hasta el final del andén
bajar los siete peldaños
y tomar la vereda de tierra

Los veo — en mi sueño — despierto

Ella le sujeta la mano
la pasa por debajo de la remera
y la empuja contra su teta

Ahora sí — le dice
estamos juntos
y sonríe

Los faroles de la estación
tartamudean
como si fuera el presente.

Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

mayo 28, 2007

Sobre el Canto del Invierno - Colaboración desde Argentina


SOBRE EL CANTO DEL INVIERNO
D. R. Mourelle

Tarde sola
aquel domingo
buscando otra cosa
encontró los tachitos del azúcar y la yerba
el termo barato

todo ahí
al fondo del armario
junto a las velas
los forros y la caja
de antibióticos vencidos.

Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

mayo 14, 2007

El Exorcismo del Agnóstico - Colaboración desde Argentina


EL EXORCISMO DEL AGNÓSTICO
D. R. Mourelle

Aquella noche
cuando tu saco rojo
me rompí de vos

y sin que importen
el temblor en la mano
ni la piedra en el pecho
ni el ruido en las rodillas
volvería al pie de aquella escalera
a ver cómo se las arregla el tiempo
para matarme de nuevo.

Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

Hamlet se retira - Colaboración desde Argentina


HAMLET SE RETIRA
D. R. Mourelle

Pedir — lo que se da a cambio
o
tal vez
lo que no
la mayor de las veces
y creer que sí
no saber
justo donde — el sufrimiento
pide más tiempo
y el tiempo
menos luz.

Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta D. R. Mourelle. Mostrar todas las entradas

abril 12, 2007

Vaso de Leche y Semillas - Colaboración desde Argentina


VASO DE LECHE Y SEMILLAS
D. R. Mourelle

Hay mañanas
cuando quisiera que me contaras
un rato nomás — mi no hablar

pero — así — las cosas :
roto el puente
y mi cuerpo
tirado al fondo del río
entre las rocas

No comments yet

 
Theme By Arephyz, Modified By: §en§ei Magnu§ and Powered by NEO