LAS FILIGRANAS DE PERDER
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

octubre 03, 2007

Inician los Talleres de Creación Colectiva en Literatura


TALLERES DE CREACIÓN COLECTIVA EN LITERATURA
EN BOGOTÁ

Con el apoyo de la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, D.C. (SDCRD) y en el marco del programa Bogotá, Capital Mundial del Libro 2007, Las Filigranas de Perder inicia los últimos 2 de los 4 Talleres de Creación Colectiva en Literatura.

Los temas a tratar en cada taller son: Vampirismo, Cyberpunk, Erotismo y Género Negro, todo en el marco de la Creación Colectiva en Literatura. Las inscripciones, el material, el acceso a los talleres y las asesorías son completamente gratuitos. Los talleristas desarrollarán, a lo largo de cada taller, un texto literario, en género cuento o novela breve, dentro de un proceso de creación colectiva, en grupos de dos y tres personas. Se entregará Certificado de Asistencia al finalizar el taller.

Los mejores 10 trabajos que se produzcan en los 4 talleres, serán recopilados en un libro que será publicado en el primer trimestre de 2008, y que será distribuido de forma gratuita.

Los detalles sobre lugares, fechas y horarios, están publicados en el blog que Las Filigranas de Perder ha dispuesto especialmente para ello, en la dirección: http://creacioncolectivaliteraria.blogspot.com/

Biblored nos ha brindado su colaboración para realizar nuestros talleres en las siguientes bibliotecas: El Tunal (Calle 48 B sur No. 21-13, Aulas Múltiples, Tercer piso) Carlos E. Restrepo (Diagonal 19 sur N° 19 – 33, Auditorio tercer piso), Virgilio Barco (Avenida Carrera 48 #61-50, Sala de Tareas) y Colsubsidio Calle 63 (Carrera 24 #62-50, Piso 5, Auditorio).

Talleres de Creación Colectiva en Literatura es uno de los 30 proyectos ganadores entre más de 300 participantes a la convocatoria Bogotá, Un Libro Abierto, organizada por la SDCRD.

Para mantenerse al día en las noticias de este evento, convocatorias, etc, los invitamos a suscribirse a nuestros blogs y a los feeds (RSS) de los mismos, y a nuestro grupo de Google:

Blog de los Talleres de Creación Colectiva en Literatura:
http://creacioncolectivaliteraria.blogspot.com/

Grupo de Google de Las Filigranas de Perder:
http://groups.google.com/group/filigranasdeperder

Blog de Las Filigranas de Perder:
http://lasfiligranasdeperder.blogspot.com/

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

septiembre 06, 2007

Programación y Cronograma de los Talleres de Creación Colectiva en Literatura


Informamos que ya está disponible toda la información de los Talleres de Creación Colectiva en Literatura, en el blog http://creacioncolectivaliteraria.blogspot.com/

Para los interesados en participar de los talleres, dejamos estos enlaces informativos:

Descripción Talleres

Abiertas las Inscripciones a Talleres 3 y 4

Listado de Seleccionados a Talleres 1 y 2

Solicitud a Nuestros Talleristas

Programación de los Talleres

Mecánica

Cronograma y Horarios

Cómo Inscribise a los Talleres

Cómo saber si se ha sido admitido a los Talleres 1 y 2

Requisitos para obtener el Certificado de Asistencia a los Talleres

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

julio 20, 2007

Un Penetrante Tufo a Alquitran - Colaboración desde Colombia


UN PENETRANTE TUFO A ALQUITRAN
Lina María Medina y Ernesto Ping Velez

2.580 actos sexuales sostiene, como media, un ser humano a lo largo de su vida, con cinco personas distintas.
(Gran Libro De Lo Asombroso Y Lo Inaudito, Selecciones Del Reader's Digest).

Huele a alquitrán, profundamente, como si estuvieran impermeabilizando el cielo. Y los bomberos están en la zona, listos para reaccionar. Y allí junto al carro de bomberos, hay alguien que no encaja ni con el frío ni con las llamaradas oscuras en que se debate el cielo; tiene ese aspecto dramático de los obligados a cumplir una cita, a llenar un espacio en un momento determinado, los pobres de voluntad, los que siempre observan el protocolo y respetan las filas. Muy semejante a uno de esos seres que las abuelas consideran "responsables", y las niñas buenas, "amables".

Yo no soy una niña buena, ni él tampoco "responsable" ni "amable", aunque lo parezca y se esfuerce por parecerlo. En todo caso, por pura gravitación me le acerco. Atravieso un mar de caras muertas, asfixiadas por el ruido del beat. Me abro camino entre una nube cerrada que sale de un carro de aguas aromáticas. El alquitrán se mezcla con mejorana y saúco. Le cedo el paso a uno de esos gusanos rojos, de ruedas gigantes, en que viajan las almas transitorias y las almas sensatas. Estoy a pocos pasos de él.

Lo encuentro, bastante endeble, pero al menos lo encuentro. Parece no poder tenerse; debe ser su mente, que no lo atornilla al piso, sino que lo hace flotar en una especie de fábula de hombres voladores, hombres con alas. Experimenta entonces lo que yo ya sé, y en consecuencia se produce el encuentro premeditado. Todo el día le he estado siguiendo la pista, como una niñera que no descuida un segundo a su náufrago, aunque a veces él crea que es al contrario: el náufrago que intenta seducir cada segundo a la niñera.

A media cuadra un solo de trompeta revienta los tímpanos. En la tarima el par de músicos hacen lo que pueden por desentumecer a su auditorio, su auditorio escarchado; el uno con la trompeta, el otro con el sampler y los tornamesas, evidente contubernio de profundidad clásica y frescura actual, náufrago y niñera. Pero, para desconsuelo del náufrago, la trompeta no suelta notas de amor, sino de un rap estirado, embadurnado de alquitrán. Ya quisiera él la brillantez de Wagner en Tristán e Isolda cuando la declaración de amor, o por lo menos la brisa llena de intriga, el silencio perenne en el encuentro de Pelleas y Melisandro que se ingenió Debussy. "Debussy —quisiera decirle— innovó para hacer de la ópera no una explosión de orquesta sino un tenue malestar, la monotonía en eterna repetición. Por eso para esta turbamulta va mejor el rap, el sensualismo del rap, porque todos dejaron en casa el corazón y se vinieron apenas armados de tímpanos".

Lo toco. Y él, con sus manos heladas, me congela la espina dorsal. Luego, a medida que se va consolidando la noche, se desvanece el tufo a alquitrán, perfecta sucesión de eventos que empalma con mi plan para dejarlo suelto, perno suelto, eterno perno suelto.

No tentarlo a cuidarse mucho o alocarse poco, sino simplemente dejarlo vivir a su acomodo suelto. Decido no salvarlo, pues la noche se presta para otros malabares. Esta noche no hay cupo para él en mi balsa. Me conformo con anestesiarlo mediante un par de picos urracos, y me sumerjo en otras aguas. Se aleja con una golondrina en el motor. Permanezco atenta a un exquisito perfume de alcohol con que se empieza a infestar la noche. No sé de dónde salió esta botella que habla alemán —prost, liebe Schiffbrüchiger!, Auf ein langes Leben!, pero arrullo con el líquido paciente mi angustia de tenerlo suelto para siempre.

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

julio 09, 2007

Roca que Encuentra La Roca - Colaboración desde Colombia


ROCA QUE ENCUENTRA LA ROCA
Larry Mejía y Pablo Estrada

Que cada palabra mía fuese ahora como piedra de cien filos:
la llave inmisericorde que abra y destroce todo corazón.
O como dentellada de lobo que tiene prisa por llegar
a las vísceras palpitantes de su presa.
Pues mi propia pobre entraña está llagada y desnuda
viendo llegar a las escalinatas la delegación de mi pueblo:
mis hermanos, mi más inmediata semejanza.
Helos ahí, entre taciturnos y atónitos:
doblegados bajo la lluvia de su propia sangre
y con el guijarro de un “¿por qué?" en la garganta.

Jorge Zalamea

Ese tedio de miércoles, mitad de semana y de alguna forma limbo de un tiempo que parece detenerse (o estado de los justos antes de la redención), empuja a buscar en el fondo de una botella al menos un resacoso renacer. Así que esa noche decidimos buscarlo encaminándonos Carrera Séptima hacia el norte. La ciudad estaba húmeda de su lluvia y su fatiga. Los rostros se evadían entre sí. Sin embargo, resolvimos asistir al pequeño circo que tenía momentánea sede en un lugar del que a discreción de uno de los dos, el otro solía ser asiduo huésped.

—Vamos al homenaje del gran poeta —dijo éste.

—Pero, hermano, ¿para qué zapatos si no hay casa? —pronunció aquél.

—Pues para la dignidad.

—Y ¿para qué la dignidad?

—Pues para… para… ¡para la dignidad!, que "para qué" pregunta este hijueputa…

La impronta del cine nacional está bien marcada en nuestra memoria, sobre todo en nuestros diálogos.

Llegamos, pues, a lo que más parecía un desfile de esnobistas y otras hienas que un sincero homenaje. Allí estábamos, en ese hórrido y prestigioso antro del que tanto crédulo es devoto, incluido uno de nosotros dos, para gusto de uno y fastidio de otro, pero no importaba: no tenemos que estar de acuerdo, no somos familia, ni pareja, ni socios, somos apenas un par de pobres diablos —uno munífico, otro cicatero; uno insensato, otro elocuente… ¡qué importa cuál!, ¡qué importa cuánto!— llenos de odio, resentimiento y frustración, una soberbia infundada, una pizca de talento, cierto criterio, algo de cultura y nada de modales, restos de rebeldía adolescente, un inexplicable sentido común y el ímpetu suficiente para hacer lo que otros hijueputas en las mismas condiciones jamás se atreverían…

El lugar estaba lleno e igual que la calle, sudoroso y viciado, transpirando ese pringoso aire de intelectualismo barato que se consume con avidez en cuchitriles bohemios de la ciudad. Ese no sé qué sí sé dónde nos obligó a permanecer expectantes en aquella especie de serpentario donde las boas se enrollaban con elegancia mientras los crótalos se deslizaban con un dejo de arrogancia entre los asistentes, moviendo la cola y haciendo sonar sus cascabeles. Aunque el público no era tan numeroso como en otras ocasiones, de todos modos, no hubo puesto para nosotros. Muchos de los presentes no parecían para nada interesados en el evento que se llevaba a cabo; más de uno estaba allí para beber y parlotear, impresionar chicas impresionables en busca del polvote de la noche, o dárselas de ilustrado por su paupérrima erudición de bolsillo. Pedimos un par de cervezas y nos instalamos allí como quien no quiere la cosa. Y es que para ser honestos, no queremos la cosa y, si vamos más allá, la cosa nos es que nos quiera de a mucho a nosotros.

La luz de un proyector se encendió para dar paso a un recalcitrante y chapucero documental sobre el poeta colombiano ganador del premio José Lezama Lima otorgado días atrás por Casa de Las Américas. Se veía al escritor preparar con innecesaria solemnidad su café y saltar como picaflor de libro en libro, de mueble en mueble, fingiendo naturalidad, representando la supuesta cotidianidad del hombre de letras muy mal interpretada, hablando en tono mundano de la santidad de la poesía, hasta que en un momento determinado y poseído por el paroxismo propio de los ‘iluminados’, frente a su ventana, sostenía con una mano un retrato del joven Rimbaud y con la otra acariciaba la imagen con tal devoción que generó una empalagosa mezcla de pasión y engrudo, mediada por la ignorancia y la falta de criterio, que arrancaba desaforadas exclamaciones y tenues suspirillos entre propios y extraños.

Desatinos y disparates flotaban por el lugar fundiéndose con humo, pintalabios, sonrisas sibilantes de los ofidios allí presentes y música de protesta que cada tanto regenera la utopía socialista de los borrachos que asisten a este tipo de espectáculos. El asunto era tan patético que el propio vate pidió fuera suspendida la tortuosa proyección.

Cuando uno de nosotros reconoció entre los ilustres cogotes de la mesa principal el de su escritor sucio favorito hasta esa noche, que —según el otro— titula sus libros como si se tratase de un tabloide sensacionalista, quiso acercarse a saludarle y charlar un rato con él, pero titubeó antes de hacerlo finalmente. Junto a él estaban el gran poeta, el hijo de otro autor recaudador de premios literarios, creador de la saga del personaje más anodino y postizo de la narrativa nacional —para uno— o el más entrañable y convincente —para el otro— y una recua de seguidores que constituían el séquito del homenajeado. Su escritor sucio favorito saludó con tal desparpajo que ni siquiera le estrechó la mano. Eso sí, le invitó a sentarse entre los grandes y le presentó una chica libidinosa (eso lo constatamos con el paso de la noche) que le ofreció Boca que busca la boca, una antología de poesía erótica colombiana del siglo XX, prologada y seleccionada por el célebre poeta allí presente. Uno de nosotros con su tradicional apatía y su costumbre de no desperdiciar el dinero, le dijo que no le interesaba tal libro, pues no le gustaba ni el renombrado poeta, ni la llamada poesía erótica; por su sinceridad se granjeó la simpatía de ella.

Después de hablar un rato sin tener de qué hablar con la chica, uno de nosotros se aburrió y regresó con el otro. Codeándonos —literalmente— con los ‘selectos’ asistentes conseguimos un lugar de privilegio desde donde, sin mayor esfuerzo, podíamos observar el paisaje adyacente y ver a los recién llegados al vicioso círculo literario, haciendo ese vulgar numerito de flirteo intelectualoide, ensartando frases afectadas que intentan hacer mella en el escritor de moda, en tanto apuran a sus bocas el horrible ron… solo… pues en el sitio no hay cuba libre… allí son anti-imperialistas y no se vende Coca-Cola.

Era como estar en medio de un parque zoológico rodeado de la más diversa fauna: chacales y lobos, toda clase de víboras y lagartos, buitres, cerdos, perros, gusanos, viudas negras y mantis religiosas, tigresas, gatas, zorras, cacatúas, bagres, vacas, sapos y patos, un mosquito, un albino, ratas, camellos, asnos, gallinas, tórtolos y chorlitos, macacos, borregos, pulpos, alacranes, sangujuelas, comadrejas, cucarachas, abejorros, sabandijas, camaleones y delfines. Y nosotros siendo sólo un par de salmones fuera del agua. Parecía hora de irse. Uno fue a pedir la cuenta y otro fue a despedirse de su escritor sucio favorito. Se acercó a la mesa principal donde corrían parejo licor, algarabía, alarde, adulación y chabacanería, y se quedó allí bebiendo whisky. Y por pura inercia, ¿o por simple gravedad?, ¿o fuerza de atracción?, ¿u oposición?, no sabemos, el otro también terminó sentado a la mesa del poeta y sus epígonos, como convidado de piedra a aquel banquete de viandas humeantes de servilismo, hipocresía, parafraseo y ron. Pensándolo bien, desconocemos la razón de nuestra prolongada permanencia entre tan insidiosa audiencia, plagada de zalamerías y desproporcionados elogios para con el homenajeado, elevado a la categoría de gurú nacional de la poesía.

Y mientras los aspirantes a autores del ‘diario de un seductor’ sin tener ni idea del ‘concepto de la angustia’, exhibiendo sus modestas credenciales, cortejaban a las aspirantes a musas, galateas o Yoko Ono de poetas más ciegos que Milton, Borges u Homero, pigmaliones convertidos en ciclópeos polifemos o algún enceguecido Lennon de la literatura, celebraban su hazaña donjuanesca de quedarse con el alentador número del móvil que anotaron en la última página de la nueva antología de León De Greiff, descubríamos que las acompañantes de los escritores eran mejor compañía para nosotros —los convidados de piedra pero no de roca— que para ellos.

Entre ellas, tres gracias, a quienes uno de nosotros se dirigió. Una resultaba tan atractiva y misteriosa como un precipicio pero uno no quería abismarse ni resolver enigmas de una bella esfinge en un momento como ése. Otra le recordaba una de las chicas rusas de una película americana de terror. Estaba metida en el asunto de la poesía; por eso resultó fácil que dedicara toda su atención al hijo y promotor del segundo autor colombiano más importante de México. El primero es el del Nóbel, no Fernando Vallejo, hay que aclararlo. Y la última, una preciosa mujer bastante “amable” (como dice el otro: del verbo “amar”). Cuando estaba hablando con ella fue bruscamente interrumpido por un sujeto que esa noche leyó versos del poeta premiado de un libro prestado de la biblioteca pública que otros más tomaron como bitácora de ese inmóvil viaje, así como otra noche leyó con pose de poeta maldito lastimero en presencia de nosotros y quien le dijo al escritor sucio favorito:

—¿Recuerda cuando usted leyó El automóvil sepia y nadie lo escuchó? Pues yo estaba allí escuchándolo.

De lo que el escritor sucio favorito de uno de nosotros hasta esa noche con su efectista indiferencia no hizo comentario alguno. El otro de nosotros se acercó al sujeto y le dijo:

—¿Recuerda cuando usted leyó a Baudelaire aquí y nadie lo escuchó? Pues nosotros estábamos ahí y tampoco lo escuchamos.

El mismo de nosotros que había dicho eso, por efecto de los tragos y de lo molesto que se encontraba con aquella farsa, se atrevió a dirigirle la palabra al gran señor de toda letra.

—Buenas noches, ¿es usted el maestro?

—No, no lo soy.

—¡Ah, qué bien! Entonces ya que somos un par de alumnos, veamos qué podemos aprender de todo esto…

Y se fue dejando al ‘maestro’ con la palabra espuria en la boca y el peso de la vergüenza en la cabeza, inclinándosela por momentos, o quizá solo fuera la borrachera y la carga de los largos años de porfía para obtener un premio como el que le habían otorgado, construyendo su buena reputación de poeta comprometido e innovador y su mala fama de pendenciero, engreído, bebedor y mujeriego. No debió agradarle el comentario y probablemente para ahuyentar todo remordimiento se levantó y estuvo bailando y rumiando como vaca sagrada en las mejillas de las jóvenes recién paridas a esos ambientes literarios que no entienden pero a los que se acercan buscando en extraños autores cuyos nombres les sean más impronunciables la redención a su precaria inteligencia y su ostensible belleza.

Para uno de nosotros era curioso ver a su escritor sucio favorito departiendo con el hijo del autor del que tanto había despotricado y bailando esa música tropical a la que tan mal se había referido antaño y que a la requisición del otro por haber prometido la publicación del libro de uno, respondiera:

—Pablo está mejor así, déjalo seguir siendo felizmente inédito.

O

—Me estás confundiendo. Yo soy boxeador profesional, te debes estar refiriendo a otro.

Y:

—No creo que haya dos tipos tan feos que se llamen igual —fuera lo que le espetara el otro.

Uno también cuestionaba por qué a don Juan Manuel —no el Infante, sobrino de Alfonso El Sabio, autor de El conde Lucanor, sino el poeta premiado— se le considera un escritor socialmente comprometido, si lo único que ha hecho es crear un país de sueños y un mundo de espejos, jugando con el significado de las palabras e insertando uno que otro retrato de una dolorosa realidad nacional que vaya uno a saber qué tanto ha sufrido… ¿No será eso realismo mágico en poesía? ¿Será que hacen falta cien años de soledad para denunciar la masacre de las bananeras? Uno se preguntaba cómo es que alguien que vive en uno de los mejores barrios de la capital, arriba de ‘las escalinatas’ y tiene acceso a ‘templos’ y ‘palacios’, periódicos y parnasos, pudo dirigir una carta rumbo a Gales a una dulce señora contándole que lo habitan las calles de este país, por las cuales pasear es hacer un largo viaje por la llaga, un país donde hay hombres torturados y crecen la rabia y las orquídeas por parejo… ¿Será que este dulce señor en que se ha convertido el rebelde poeta de otrora, quien ahora afirma que escribir no es asunto de jóvenes, realmente sabe de calles y heridas o lo que es vivir entre lunas de ayer, muertos y despojos? ¿Será que él, como uno, tropieza con un cadáver cuando va a tomar un bus rumbo no a Gales sino a un lugar donde va en busca de empleo? ¿Será que a él como uno a uno le ha golpeado en la cara el puño de la humillación y en el estómago la patada del hambre?

Asqueados ya de semejante espectáculo tan bochornoso, de ese ruin baile de máscaras de coquetas cuarentonas que exhiben con timidez fingida sus marchitos encantos, de bohemios de pacotilla creyéndose más dandies que Wilde sin llegarle a las polainas, de acartonados mancebos que queriendo parecerse a Capote apenas alcanzan un indecente homosexualismo y una álgida adicción a cuanta cosa rara esté de moda y de escritores maduros que se defienden hábilmente con una retórica que semejante a sus pantalones a duras penas se ajusta adonde terminan sus nalgas, determinamos salir de allí diciendo: “De esta agua no beberé”, pues ya habíamos bebido bastante de otros más espiritosos líquidos y en esos fortuitos lances oscuros de las esquinas inconscientes del licor, habíamos tenido pequeñas batallas labiales con alguna áspid alicorada que gracias a dios (Baco) nunca faltan.

Y así, como el que quiere besar busca la boca y el que quiere pelear busca la roca, con el ferviente deseo latente de demostrar nuestra presencia e inconformidad, decidimos hacer algo para rescatar el espíritu de la fiesta.

Recordando al adolescente Chaplin, quien solía hurtar los cigarros del mercado, más que por cleptomanía para que le endilgaran crímenes mayores, como sucede en tan nobles casos pero sin creerse Charlie, sino igual que alguno de esos astutos autores que haciendo vil uso de sus conocimientos plagian escritores desconocidos para hacer nombre entre tanto incauto, uno de nosotros pensó que sería una buena ejecución de la ley del Talión escamotear el libro del ‘maestro’ y así ojo por ojo, palabra por palabra, quedar a mano. Con la complicidad terrorista del otro, dimos por terminada nuestra asistencia luego de sustraer un ejemplar del libro del gran poeta, el que había circulado de mano en mano, de boca en boca.

Una vez fuera del antro aquel y por un intempestivo relámpago de conciencia, caímos en cuenta de lo desagradable que sería ver en casa algún libro de este ídolo de barro cuyo embustero eslogan es que “una mentira bien contada tiene rango estético”, manchando con su presencia la de genuinos escritores. Recapacitamos que eso sería como poner una desagradable cabeza de buey como trofeo de caza y optamos por mejor arrancar sus páginas y arrojarlas al aire, en vez de llevarnos el estorboso ejemplar. No era otoño —en Colombia no hay estaciones como en Gales— pero aquella noche cayeron hojas marchitas sobre una parte de la ciudad.

Sabemos que todo esto fue como arrojar una piedra contra una montaña rocosa, escupir mientras llueve o enfrentar un tanque de guerra con un palo, pero era algo que teníamos que hacer o de lo contrario nos hubiésemos arrepentido siempre por no llevarlo a cabo y sencillamente lo hicimos.

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

mayo 30, 2007

¿Qué y quiénes son Las Filigranas de Perder?


Se trata de un Movimiento Independiente de carácter literario, conformado por escritores y lectores iberoamericanos que se encuentran en diferentes puntos del globo.

Fue creado en Bogotá, Colombia, el 20 de abril de 2006, con el objeto de abrir un espacio de encuentro y expresión para escritores sin distingo de edad, sexo, nacionalidad, etnia, credo, condición social o experiencia como autor. En especial, fue creado con la idea de hacer un llamado a las letras a los autores que escriben sólo para sí mismos o que no escriben, debido a que han sido víctimas del rechazo o a que temen serlo. Adicionalmente, el Movimiento aspira a ser foco de una escuela de Creación Colectiva en literatura. La filosofía del Movimiento está enmarcada dentro de la defensa del derecho de los pueblos al libre intercambio de la cultura, la información y el conocimiento, que ha generado una corriente social que a su vez se ha cristalizado en iniciativas como Música Libre, Software Libre y Cultura Libre.

Las Filigranas de Perder es un Movimiento de estimulación creativa y difusión a nivel literario en lengua castellana, ajeno a los círculos tradicionales de las industrias editorial y del entretenimiento. Debido a la gran acogida que desde sus inicios ha tenido en Brasil, y luego en Portugal, en su blog también pueden leerse textos de autores brasileños y portugueses en su lengua. Nos gusta pensar que colaboramos con la integración y el intercambio cultural de los pueblos iberoamericanos.

Las Filigranas de Perder no es una empresa, ni es una organización o asociación legalmente inscrita en ningún país. Es un movimiento literario, un espíritu de creación colectiva, un puente de comunicación y expresión entre escritores iberoamericanos, y una idea que une a todos aquellos que creemos en el poder transformador del arte, en la recuperación del arte de escribir por amor a las letras y no por la mera búsqueda de fama y dinero, y en la posibilidad de construir un mundo armónico y en paz partiendo de la recuperación y el uso de la palabra a través de la literatura, para con ello combatir la ignorancia, aprender a usar el cerebro, a hablar, a escucharnos y a escuchar al otro, a conflictuar sin violentar (entendido conflicto como "problema, cuestión, materia de discusión" --DRAE), es decir, a dialogar, cuestionar, debatir, reflexionar, imaginar, crear, explorar, inventar y construir, sin recurrir a la violencia, apelando al respeto y a unos principios y valores que permitan a todos tener la misma oportunidad de llevar una vida digna.

Actualmente, Las Filigranas de Perder se ha constituido en puente de comunicación entre autores y organizaciones culturales de toda Iberoamérica. Promovemos la lectura y la escritura como parte de procesos de recuperación de la palabra, de la salud y de la memoria, y de construcción de una unidad iberoamericana. Fomentamos la creación colectiva literaria como movimiento creativo que abre nuevos horizontes a los escritores, y como mecanismo de recuperación de valores de solidaridad y cooperación, así como parte de procesos de integración social y de construcción de tejido social. Creemos en el poder transformador del arte y en la necesidad de formar ciudadanos conscientes y participativos a través de las letras y la cultura. Defendemos la democratización de la cultura y apoyamos las iniciativas de Copy Left y Creative Commons, así como el uso del P2P. Abrimos espacios de creación y expresión a autores profesionales y aficionados, reconocidos y anónimos, publicados o inéditos, y trabajamos en colaboración con otras organizaciones culturales sin ánimo de lucro en diferentes áreas del arte, el patrimonio y la cultura. Confiamos en que la (re)construcción de verdaderas identidades de nuestros pueblos iberoamericanos, conduce necesariamente a estrechar nuestros lazos de hermandad, y apoyamos las luchas en defensa de los derechos colectivos.

Dentro de este espíritu, Las Filigranas de Perder está promoviendo y liderando la conformación de una Red Cultural Distrital que consolide el trabajo colaborativo y asociativo entre todas las organizaciones, entidades y agrupaciones que trabajan por la cultura, las artes y el patrimonio en Bogotá. Esperamos que esta iniciativa pueda replicarse a lo largo y ancho de Colombia y de toda Iberoamérica. Igualmente, Las Filigranas de Perder lidera la organización del Concurso Mundial de Cuento y Poesía Pacifista, que busca crear y fomentar la creación de espacios de reflexión y expresión en torno al tema del pacifismo, en todos los idiomas, en todo el mundo.

Las Filigranas de Perder no tiene ánimo de lucro. Cualquier autor puede enviar sus textos al correo electrónico del Movimiento (lasfiligranasdeperder@gmail.com), con lo que autoriza a que dichos textos sean publicados en el blog del mismo y a que éste los utilice y les de difusión de la forma que considere. Esto no tiene costo alguno para los autores ni implica en ningún momento la cesión de derechos de autor. El Movimiento no recibe beneficios económicos por esta actividad.

Debido a que el Movimiento no cuenta con financiación de ninguna entidad pública o privada, y los recursos de sus administradores son muy limitados, la continuidad de Las Filigranas de Perder depende en primer lugar, de la activa participación de los autores, y en segundo lugar, de la disponibilidad de tiempo y las condiciones económicas de quienes lo lideramos. Realizamos esta labor por amor a las letras, y aspiramos a que sea ejemplo para que recuperemos el arte de escribir por amor a la literatura, y no por una afanosa búsqueda insana de reconocimiento, dinero y fama.

Cada vez que publicamos uno de los textos que nos llegan al correo electrónico, deseamos que con ello estemos incentivando a su autor a continuar trasegando con las palabras, y de paso, motivando a otros autores a desempolvar sus plumas, a desenterrar sus escritos, a continuar su labor literaria, y a compartir sus obras con un creciente público internacional.

Los fundadores del Movimiento (tres amigos escritores que previamente habían acumulado experiencia en creación colectiva en literatura, al escribir en conjunto una trilogía de novelas, dos de las cuales han recibido premios), como primera actividad del mismo, diseñaron, organizaron y dictaron el Taller de Ensayo y Cuento "En la Inmunda", en 9 sesiones semanales ininterrumpidas durante el segundo semestre de 2006. Igualmente, participaron como ponentes invitados al Segundo Simposio Internacional de Literatura de la Universidad Central en 2006, con la ponencia La Creación Colectiva en el Género Negro, que fue publicada en la revista Hojas Universitarias. Para el 2007, iniciaron la publicación en el blog del Movimiento, en entregas quincenales, de su primera novela de creación colectiva, “El Instalador”, y fueron invitados a participar en la franja "Lecturas Inéditas", un espacio diseñado por el Área de Cine y Literatura de la Dirección Nacional de Divulgación Cultural de la Universidad Nacional de Colombia, para la reflexión y divulgación de la actividad cultural y del quehacer literario a nivel nacional e internacional. Durante el segundo semestre de 2007, ganaron premio en la convocatoria "Bogotá, Un Libro Abierto", de la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, D.C. (SDCRD). Su proyecto "Talleres de Creación Colectiva en Literatura" fue uno de los 30 seleccionados por el jurado entre 338 proyectos participantes. Gracias a esto, Las Filigranas de Perder formó parte de la programación oficial del programa Bogotá, Capital Mundial del Libro 2007, y publicó un libro antológico de este proyecto, titulado Simbiosis Virginal. En 2009, el Movimiento inició la organización del Concurso Mundial de Cuento y Poesía Pacifista, adhirió a la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia, e inscribió el Concurso como iniciativa de la Marcha y como parte de la programación de la Cumbre Mundial de Paz Bogotá 2009. Igualmente se alió con la campaña Un Millón de Poemas Contra la Guerra, la Impunidad y el Olvido y formó parte de la programación del Festival Palabra en el Mundo III.

El Movimiento Literario Independiente “Las Filigranas de Perder” fur originalmente conformado por tres miembros fundadores (Alex Acevedo, Carlos Ayala y Néstor Pedraza), y luego recibió el apoyo de varios miembros gestores (Karonlains Alarcón, Laura Vásquez, Patricia Alvarado y Alexandra Portela). Actualmente es dirigido por Néstor Pedraza y está formado por los miembros del Movimiento, que son todos aquellos autores que han publicado uno o más textos en nuestro blog, todas las personas certificadas por haber participado en cualquiera de nuestros talleres, y todas las personas certificadas como miembros de la organización Concurso Mundial de Cuento y Poesía Pacifista, y que suman más de 290 personas, entre autores (publicados e inéditos, anónimos y conocidos), gestores culturales y promotores de lectura y de escritura, que siguen trabajando por las letras en 17 países de África, América, Asia y Europa. Además de sus miembros, el Movimiento cuenta con un grupo creciente de lectores que siguen sus publicaciones y actividades desde diferentes rincones del planeta.

Todos los miembros de Las Filigranas de Perder están autorizados a utilizar el nombre del Movimiento para el desarrollo de actividades culturales sin ánimo de lucro, de acuerdo a unas condiciones mínimas publicadas en la página Autorización de uso del nombre Las Filigranas de Perder, así que los invitamos a todos a formar parte de nuestro Movimiento (para ello, visiten la página ¿Cómo Formar Parte de Las Filigranas de Perder?) y a trabajar en el desarrollo de proyectos culturales.

También invitamos a todas las organizaciones, entidades, agrupaciones y colectivos culturales, y a todos los artistas, agentes y gestores culturales en toda Iberoamérica, a suscribirse a nuestro Grupo de Google y publicar allí, de forma gratuita, sus programaciones y eventos culturales. Pueden, igualmente, seguirnos en twitter (@filigranasdeper) y visitarnos en Facebook (http://www.facebook.com/filigranasdeperder).

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

mayo 15, 2007

El Instalador - Capítulo 1


Iniciamos la publicación, en entregas quincenales, de El Instalador, la primera novela de creación colectiva de los miembros fundadores de Las Filigranas de Perder. Esta obra tiene derechos reservados de autor. Permitimos su copia y distribución con fines de difundirla. Está prohibido utilizar esta obra en todo o en parte, de cualquier forma que represente lucro directa o indirectamente.

El Instalador está dividida en tres partes, más una introducción. A continuación, publicamos la portada, bitácora, textos introductorios, y el primer capítulo. Los detalles sobre cómo fue escrita esta novela, los revelamos en la ponencia "La Creación Colectiva en el Género Negro", que aparece en el índice en la sección "Creaciones Colectivas" y por las etiquetas "Creación Colectiva" y "Triada Luminaria".

Esta obra podrá consultarse en su conjunto a través de nuestro índice, por la etiqueta El Instalador, o también capítulo a capítulo, en la sección "El Instalador" del mismo. Deseamos que la disfruten. Esperamos sus comentarios.





EL INSTALADOR
Néstor Pedraza, Alex Acevedo, Carlos Ayala




©2002.


Novela ganadora de Mención Honorífica,
Premio Nacional de Novela Ciudad de Bogotá, IDCT, 2002.


Obra literaria registrada ante la Dirección Nacional de Derecho de Autor por:
  • Néstor Pedraza
  • Alex Acevedo
  • Carlos Ayala

El Instalador es la primera de una trilogía de novelas, junto a Una Temporada de Sal y Manual de Levitación Magnética.



---




Es un verdadero sabio quien tiene sus conceptos y realiza sus obras libre de deseo, quien destruye sus obras por el fuego del conocimiento. Quien no desea los frutos de sus acciones, quien está perpetuamente satisfecho sin depender de nada, no obra aunque se introduzca en la acción. No tiene deseos personales, no desea las cosas para su propiedad personal; domina completamente su corazón y su Yo; por ello no puede pecar al realizar las acciones solamente por medio de su cuerpo.

Bhagavad-Gita, capítulo IV



---





BITÁCORA
INTRO
  • Final con crescendo vivace
PALEOZOICO
  • Siete hierbas y un gatito
  • Despertar en la inopia: residencias el palmar
  • Manifiesto del descarriado
MESOZOICO
  • Aletear de chimbilá frente a un hombre dormido
  • La sima del dédalo
  • El trabajo os hará libres
  • Para el gozo de la vejez, buenos recuerdos
  • Delivery Express
  • Muertos en almíbar
  • El árbol sin la flama
  • Ping-pong
  • Limones tajados bajo la cama
  • Un amigo es una luz
  • Alguien nos mira
  • En el seno de la vida regalada
  • Servicio 19H (25 decimal): aparcar las cabezas
  • El 20 de enero son las corralejas
  • Perdidos en un mar de…
  • Encuentros cercanos con Bishamon
  • Conócete a ti mismo
  • Final pianissimo con moto
ANTROPOZOICO
  • Caen las hojas en el otoño



---



---INTRO---



Pensó en las líneas de Hakim Bey:


“Si te besara lo llamarían un acto de terrorismo. Entonces llevemos a la cama nuestras pistolas, despertemos a la ciudad a medianoche como bandidos ebrios celebrando con una balacera, el mensaje del sabor del caos.

Vístete. Da un nombre falso. Sé legendario. El mejor Terrorista Poético está en contra de la ley, pero nunca es atrapado. El arte como crimen; el crimen como arte”.


Y hundió el acelerador a fondo, con furia.




FINAL CON CRESCENDO VIVACE


El territorio de las artes plásticas de nuestro tiempo ha dejado de ser un universo “ordenado”. Es por el contrario una superficie mestiza, resultado de las inevitables hibridaciones que conlleva la superposición de distintos soportes y técnicas. Hoy día cualquier material, soporte o temática puede ser considerado arte: la libertad del artista no tiene límite previo.


—Máteme, por favor, máteme ya —suplicaba en susurros X-Ray Asylum.

Una figura robusta se acuclilló, e inclinándose un poco sobre X-Ray, lo observó con el pulso firme del carnicero que dispone un bovino en canal sin dudarlo.

—Por favor —insistía X-Ray, o lo que de él quedaba.

Los dientes quebrados, los labios inflamados, la san¬gre y la arena en su boca, no le permitían hablar con claridad. Sus ojos, también llenos de arena, confun-dían figuras y contornos.

—Hay un tiempo para sembrar, y uno para cosechar. Tiempo para nacer, y tiempo para morir—, le dijo una voz de profeta bíblico.

Ante semejante sentencia, toda súplica resultaba inútil. Pero el instinto es más fuerte, y X-Ray no podía dejar de repetir:

—Por favor, no más.

Consciente de que sus ruegos eran vanos, que no importaba cuántas veces repitiera las mismas palabras, no por eso dejaba de insistir. No le quedaba nada más.

—Por favor.

Solo, sintiéndose más abandonado que nunca, quería llorar como crío abandonado de madrugada en medio de la hierba, y sus lágrimas morían atoradas en la garganta. Era la soledad, el dolor en las manos y en el cuello, y en los tobillos. En las costillas y en las güevas, jueputa, en cada centímetro de su carne. No sabía qué le dolía más, los golpes, la asfixia, la impotencia, o la puta soledad, la soledad de toda una vida, la soledad de mil pajazos frente a una pantalla, la certeza de que Paula nunca fue un tal vez, un siquiera, que ya no podría salir de su soledad jamás. Todo por sus habilidades geniales, por salirse de los parámetros, por no querer ser parte de la maquinaria, por pensar, por el perico. “Porque nací con el BIOS mal configurado y el disco duro andando a mil, defectos de fábrica”.

—Máteme, por favor.

Con la respiración un poco pesada por el esfuerzo, por el ejercicio de una tunda sin igual, de una paliza hecha con toda la ira del cosmos reunida en un punto de gravitación infinita. Mejor dicho, con la mierda rebotada hasta el tuétano, con las ganas incontenibles de matar y comer del muerto, con una onda de calor expansiva en todo su cuerpo y una sensación como una voz gritándole que nada es suficiente, que hay que machacar a ese perro contra la pared hasta el fin de los tiempos. Con las piernas temblando de rabia y las manos sudorosas, decidió sentarse por un minuto, no había caso en perder la salud por una basura como ésa.

Ahora se concedía un momento para pensar cómo pudo haber traicionado sus principios, y cómo pudo haber caído en la bajeza del asesino común. Del vulgar que no conoce el menor rudimento de la estética. Que igual puede degollar un cordero que aplastar una mosca. Que no comprende la diferencia entre una obra de arte y una chapuza llena de ira. Eso ni en sus comienzos, cuando equivocadamente quiso darse baños de sangre en una especie de remembranza de los rituales aztecas, alocada y quizás algo burda, pero no sin elaboración.

—Por favor —, se escuchaba el rasguño de una garganta agonizante, flemática y repulsiva, una tos seca y arrastrada.

Todo ha pasado tan rápido, que sólo en este momento de extraño receso, X-Ray comienza a digerir lo que ha sufrido. Amarrado, el cuello inutilizado por una soga que, al tiempo, sujeta sus manos, encalambradas y dormidas, y además hace hormiguear sus piernas amoratando sus pies, en una posición en la que cualquier movimiento sólo le provocaría más dolor, no puede siquiera alimentar la esperanza del suicidio. Hace rato perdió la noción del tiempo, parecen mil años de suplicio, mil millones de años de dolor en soledad, una eternidad para maldecir el día en que nació. Maldecir la suerte de no poder oprimir un botón y reiniciarse, comenzar de nuevo.

La sombra borrosa de manos enormes y callosas, en cambio, en su cálculo exacto, sabe que se ha propasado, que está corriendo un riesgo innecesario. Más de dos horas degollando a un marrano, es grosero vilipendio del tiempo.

La mente de X-Ray, en acto de terrible mezquindad, le recrea las torturas recién recibidas. Arrastrado a la fuerza a un apartamento que parecía una porqueriza, golpeado y esposado, sin atinar a razonar lo que ocurría, fue llevado de los pies hasta un baño más asqueroso que la peor letrina de las prisiones turcas. Arrojado en el suelo frío y percudido de mancha sobre mancha, tembloroso e inocente de la suerte que le esperaba, sometido a una lluvia de patadas en el pecho, el abdomen y la cabeza, tuvo un descanso mientras se le preparaba su siguiente tratamiento. Con un zumbido continuo en los oídos, apenas sintió que su verdugo hacía varios viajes transportando algo con lo que iba llenando la bañera. De repente, muerto de susto, fue levantado de la camiseta y la pantaloneta, y lo siguiente fue la pérdida de aire, merced a varios puños en el pecho y el estómago, antes de que una mano como de hierro le hundiera la cabeza entre la arena, enterrándosela mientras una corriente de fuego le entraba por la nariz y la garganta, destrozándole las mucosas y devolviéndole espesos coágulos de sangre, al tiempo que sus costillas sufrían el castigo de puños brutales, incesantes.

—¿Quién más está con usted, pedazo de hijueputa? Hable, no se haga dañar más. Diga a quién le contó, diga...

Por poco y le arranca los cabellos al sacarle la cabeza de entre la arena. “Deme un nombre y le doy el descanso. Un puto nombre”. Nombre de quién, de qué, qué putas le estaba preguntando. Y otra vez la cabeza a la arena, con una furia de hipopótamo defendiendo a su cría. Y su cabello, otra vez, desprendiéndose de su cabeza. “Déme un nombre, carajo, no sea pendejo”. Lo sentó en el suelo, frente al bidet, y lo dejó allí, como dándole tiempo para pensar. Se aseguró de que el bidet funcionara correctamente, y de que hubiera agua caliente. “¿No quiere colaborar?” X-Ray, todo sudor, sangre, lágrimas y dolor, respiraba por la boca con dificultad, respiraba y escupía un lodazal de arena, babas y sangre, no más, no más, y cada inhalación le provocaba una punzada salvaje en el pecho. Le bajó la pantaloneta y los pantaloncillos, hediondos a orina, y X-Ray mierda, este hijueputa me lo va a meter por el culo, no, no, por favor, maldita sea, por qué a mi, no más, por qué a mi, y en cuatro contra la cerámica del piso, no, no, qué putas hice para merecer esto. “¿Nada que habla? ¿Se las da de muy varón? No se preocupe, que esto se compone.” Le quitó las esposas y con una soga lo amarró de forma que quedó en posición fetal, y ay, qué es esto, la manguera del bidet atravesando el ano a fondo, con agua caliente a presión, dolor, dolor y más dolor ¿por qué a mi? “Le repito, ¿quién lo mandó?” Le continuó preguntando, al mismo tiempo que le hundió con profunda rabia una patada en la base del tabique nasal, produciéndole una copiosa emanación de sangre. De nuevo escuchó la voz, esta vez como un cuchicheo, “¿qué hacemos con usted, ah?” Y otro golpe, esta vez un veloz rodillazo, que le deshizo las encías y le expulsó los dientes en forma violenta.

Todo esto y algo más alcanzó a revivir X-Ray, antes que acabara el receso. Con los ojos enlagunados, entre la arena de las pestañas, logra ver que el tipo se voltea nuevamente hacia él. Los nubarrones de sus ojos le confunden los recuerdos con las imágenes, y ve a su verdugo quitándose el saco y la cartuchera donde guarda un pistolón Browning 45, doblándose luego las mangas de la camisa para comenzar a aplicarle su tratamiento. “Saque el fierro y métame un tiro”, un ruego desesperado, el tiro de gracia. ¡Qué va!, parece que al tipo se le olvidó el arma, lo voltea bocabajo y le pone la bota contra la nuca, y X-Ray se ahoga de nuevo, su cuerpo se sacude en una tos que duele por todas partes, más arena en lodazal, no más, no más. “Por última vez…”

Ya no escucha lo que le dice.

La presión de la bota sobre las cervicales, y el consecuente ahogo por el aplastamiento de la manzana de Adán.

Unas manotas agarrándolo del pelo.

Tirón seco hacia atrás.

Crac.

Separación del cerebelo y el tronco cerebral.

Error de CRC.

Paula.

Divisamos, entonces, desde nuestra altura de rascacielos (entiéndase el rascacielos como puro deseo, lo que pudo ser y por la redomada dureza de las circunstancias no llegó a ser), a Paula y X-Ray Asylum, caminando por una callejuela de Beijing una tarde de otoño, luego de meses de clandestinidad y sótanos oscuros. Hoy por fin volvían a salir a la luz del día. No van tomados de las manos, pero hasta aquí nos llega un viento premonitorio, el presentimiento de que muy pronto se abandonarán a la fantasía de confiar una mano en otra. La callejuela ha sido bañada en llovizna menuda, y está tapizada de flores de ciruelo y hojas rojas, hojas secas. Un parsimonioso anciano de sombrero y barba blanca empuja su carrito con huesos de melocotón; vocea su mercancía entre marejadas de ciclistas, mientras deja que sus pensamientos se extravíen en sedas y dinastías ancestrales, cuando los emperadores Wu-ti y Shih-Huang.

En este momento, vemos que Paula se detiene y gira su cabeza siguiendo la trayectoria de una mariposa. X-Ray Asylum, por su parte, se mira los dedos de sus manos, las uñas, cortas, mascadas, y piensa que nunca en su vida ha estado más lejos de casa. Al doblar la esquina hacen una nueva parada para leer un cartel que se halla pegado en un muro. Se trata del anuncio de la llegada a la ciudad de un gran mago clásico, de aquellos que crecieron en el bosque de bambú y tuvieron como único guía y único alimento el Libro de los Cambios.

No sabemos si decidan asistir a la función del mago esta noche o mañana o el sábado. No sabemos si algún día no muy lejano emprendan por fin una vigorosa travesía a las nieves del Norte, o cumplan el sueño de mojar sus pies en las aguas del río Amarillo y besarse bajo la sombra de un almendro. Por lo pronto, los vemos alejarse en el alboroto de la callejuela, rumor de patos salvajes, difuminarse entre el gentío, reducirse a puntos minúsculos, granos de arena sobre un loto venenoso que solemos llamar rutina.

Suena entonces el coro del famoso “China” de Tori Amos, y quemando varas de incienso, nos ocultamos otra vez tras el cortinaje de donde nunca debimos salir:

I can feel the distance getting close
you're right next to me, but I need an airplane
I can feel the distance as you breathe
...the great WALL around you...

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

mayo 13, 2007

Laborterapia da Semsibilidade - Colaboración de Creación Colectiva desde Brasil


LABORTERAPIA DA SEMSIBILIDADE
Bruno Candéas y Jomard Muniz de Britto

Entre o fumo e a fama
onde o tráfico mama?
Entre a vaga e o provão
qual a cota d negociação?

Entre a fome e o verso
qual o Dailor do poema-processo?

Mais vale um troca-troca diamantes
q todos os livros nas estantes.

Menos vale um sonho por vir
q todas as bulas (lulas?) admitir.

Mais vale um poeta bastardo
q um plano-saúde privado.

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

Entrevista con las Filigranas de Perder en Directo Bogotá




La revista de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana, "Directo Bogotá", publica en su número 16 una entrevista con los miembros fundadores de Las Filigranas de Perder, realizada por la estudiante de comunicación Lina Medina.

La revista es de libre distribución y desde marzo se consigue en papel.

Para quienes no tengan acceso a ella, pueden leerla en formato PDF en la sección Archivo de la página http://www.javeriana.edu.co/directo_bogota/

Agradecemos a la Javeriana y a Lina por colaborar de esta manera con la difusión de nuestro Movimiento.

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

mayo 01, 2007

Doble Aniversario en Las Filigranas de Perder


¡Estamos de Fiesta! Este mes de mayo, el Movimiento Literario Independiente "Las Filigranas de Perder" cumple un año de existencia. Y para iniciar la celebración, hacemos dos anuncios importantes:

  1. Hemos publicado un breve pero maravilloso poema del gran poeta y dramaturgo colombiano Enrique Buenaventura (1925-2003), titulado Declaración. El maestro Buenaventura, fundador del Teatro Experimental de Cali (TEC), fue pionero de la creación colectiva en teatro. Su imagen y obra son inspiración para nosotros, y este poema que publicamos, se integra en el fundamento ideológico de nuestro Movimiento. Pueden buscar el poema en nuestro índice, a la derecha de esta página, en la sección de Etiquetas por Lecturas o por Enrique Buenaventura, o en la sección de Textos de Autores Conocidos.

  2. El próximo 15 de mayo de 2007, iniciaremos la publicación, en entregas quincenales, y en primicia en la red mundial, del texto definitivo de la primera novela de creación colectiva de los fundadores de Las Filigranas de Perder: "El Instalador". Celebramos así, el primer lustro de su creación.

El texto original de "El Instalador" fue escrito a seis manos en sólo ocho días, y recibió Mención de Honor en el Premio Nacional de Novela "Ciudad de Bogotá", del Instituto Distrital de Cultura y Turismo (IDCT), en 2002. Las anécdotas y los detalles de la escritura de esta novela, los revelamos en la ponencia "La Creación Colectiva en el Género Negro", que presentamos en el Segundo Simposio Internacional de Literatura de la Universidad Central, en 2006. El texto completo de dicha ponencia puede leerse en este mismo blog (aparece en el índice por las etiquetas Creación Colectiva y Triada Luminaria, y en la sección de Creaciones Colectivas de La Triada).

Entre 2002 y 2003, dedicamos un par de meses a revisar la novela, ampliándola con nuevos capítulos, y corrigiendo el texto. Allí nació el texto “Siete Hierbas y un Gatito”, que se convirtió en el segundo capítulo de la novela, y que fue escogido por Arango Editores en 2006 para formar parte de su antología de nuevos escritores colombianos (más información al respecto, se encuentra en este blog, en la sección de Noticias del índice).

Con los años, El Instalador sufrió varias revisiones, cambios de forma y correcciones. Y ahora, para celebrar los cinco años de su creación, publicaremos por primera vez en la red mundial, el texto definitivo de esta novela bogotana, en la que se entrecruzan las vidas de un hacker informático, un periodista amarillista, y un artista de la muerte.

Adicionalmente, estamos preparando algunas sorpresas para nuestros miembros y seguidores como parte de esta doble celebración. Estén pendientes.

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

marzo 14, 2007

La Creación Colectiva en el Género Negro - Ponencia escrita a seis manos


LA CREACIÓN COLECTIVA EN EL GÉNERO NEGRO
Alex Acevedo, Néstor Pedraza, Carlos Ayala


(Este texto corresponde a la ponencia presentada por La Triada durante el II Simposio Internacional de Literatura organizado por la Universidad Central en 2006, y publicada en la edición de abril de 2007 de la revista Hojas Universitarias)

Ningún otro género se presta tanto para la creación colectiva como la novela negra. Primero, porque la colaboración interdisciplinaria coadyuva en la construcción de la estructura narrativa y en los detalles técnicos de la narración en sí. El hecho de poder contar con una contraparte que juzgue el desarrollo temático desde otra perspectiva, es fundamental para lograr la credibilidad de lo que se está contando, aún si la historia no se cimenta en el realismo absoluto. Segundo, porque la mano de un tercero enriquece no sólo los detalles técnicos, sino la perspectiva que tendrá el lector para acceder a la obra; es decir, mientras que en la obra de un único autor el lector aparentemente sólo lidia con la mente del escritor solitario, en el caso de la creación colectiva hay tras bambalinas uno u otros que lo están presionando en diferentes direcciones. Por supuesto, para hablar de creación colectiva en literatura, hemos escrito entre tres esta ponencia, no podría haber sido de otro modo.

El ejemplo clásico de colaboración en la escritura de la novela negra latinoamericana, lo dan Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares con su detective Isidro Parodi, en las obras Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), Dos fantasías memorables y Un modelo para la muerte (ambos publicados en 1946), Crónicas de H. Bustos Domecq (1967) y Nuevos cuentos de H. Bustos Domecq (1977), firmadas por los dos autores con diversos seudónimos. Ambos escribieron, igualmente, los guiones de dos películas: Los orilleros y El paraíso de los creyentes.

Fieles a esta tradición, los tres ponentes de esta charla, Alex Acevedo, Carlos Ayala y Néstor Pedraza, nos enfrentamos en 2002 a la creación de la novela que nos valdría la Mención de Honor en el Concurso Nacional de Novela, y cuyo segundo capítulo (titulado Siete Hierbas y un Gatito) sería seleccionado para su publicación dentro de una antología de nuevos escritores preparada en 2006 por Arango Editores: El Instalador. Una novela negra, en la que un asesino serial en Bogotá hace de cada uno de sus crímenes una obra de arte, y los describe con detalle en sus diarios personales, que por cuenta del hacker informático Víctor Sinisterra, caen en manos del periodista Roberto Ledesma, quien a su vez los publica a nombre propio con gran éxito. A continuación nos vamos a concentrar en la descripción de esta faena creadora, centrándonos específicamente en la metodología utilizada para darle forma a la obra a seis manos.

Rememorando un ensayo de Cortázar, que dice “se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, un golpe de viento en el tejado, el estudio número 3 de Scriabin, un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek, el cuento del gato con botas”, partimos de una búsqueda infructuosa de la definición de un vampiro. Estábamos pensando en crear un vampiro creíble en el frío bogotano, es decir, estábamos rompiéndonos la cabeza contra la imposibilidad. Llegamos a la conclusión de que el vampiro como ser sobrenatural sólo podía ser engendrado a partir de las semillas más humanas. Así, desarrollamos a un hombre del común, que evade su condición humilde en ínfulas de superioridad intelectual y accionaria, llevando a cabo atroces crímenes que, a sus ojos, son creaciones del más elevado arte. Fue de este modo como en una inocente charla de amigos, surgieron los personajes que acompañarían a este asesino peculiar, cuya historia desarrollaríamos luego con la presión del cercano e inminente cierre de la convocatoria al concurso nacional ya mencionado.

EL DÍA EN QUE EL BOMBILLO SE PRENDIÓ

Néstor dice que se le ocurrió escribir el diario privado de un asesino serial en Bogotá, nacido como subproducto de un viejo trabajo suyo de literatura vampiresca que nunca vio la luz. La búsqueda de un vampiro que contara su propia historia, sin caer en la demagogia seudo humanística propia de Ann Rice, degeneró en la búsqueda de todo lo supuestamente vampiresco que es, en realidad, humano hasta el tuétano. Su teoría se fundamentaba en que para saber qué es un vampiro, había que desarrollar primero los elementos de una personalidad humana, sin olvidar los principios básicos de la tradición. La idea básica era describir desde el punto de vista del artista cada uno de sus crímenes, y cómo hacía de cada uno de ellos una obra de arte, una instalación florida de interpretaciones. Se le ocurrió además, que este asesino no tenía deseos de ser atrapado ni buscaba reconocimiento público, así que alguien debía encontrar su diario y apropiárselo para publicarlo, sólo así podríamos leerlo los demás. Ese alguien sería un periodista torcido y mediocre de un pasquín amarillista; hasta ahí, la historia no era más que un anecdotario de las visiones ambiciosas de un trío de borrachos, cazando zancudos.

Estábamos en la casa de Néstor. Acabábamos de ver varios capítulos de Cool Devices, una serie de anime hentai que contenía entre otras, la historia de un policía chueco que drogaba a su hijastra para tener sexo con ella. Habíamos visto en repetidas ocasiones en el cine, esta imagen de la degradación de la ley, o del acomodo de la ley a los intereses privados de un representante de la institución, verbigracia Flecha Rota, El Vengador Anónimo, El Negociador, Los Ángeles al Desnudo (basada en L.A. Confidencial, un texto de Raymond Chandler) o incluso La Gente de la Universal. También habíamos visto las películas clásicas de los asesinos seriales, como El Silencio de los Inocentes, Seven, y Tumbas a Ras de Tierra. Teníamos pues, algunos tarros oxidados en la trastienda de la conciencia, pero quedaba el problema de resolver el fetichismo de esta conciencia en las lagunas fétidas de nuestra idiosincrasia latinoamericana.

Carlos dijo que a la historia de El Instalador le faltaba un hacker drogadicto (degeneraciones manifiestas, tonterías propias del desocupe), que sirviera de conexión entre el asesino serial y el periodista mediocre. Y se lanzaron Alex y él a darle forma al hacker y al periodista, y a desarrollar la historia. Néstor, presionado por la dedicación de sus amigos para con ella, aportó algunas ideas y cayó dormido por la borrachera (acumulada durante días) mientras los otros dos, ebrios también, continuaron en el éxtasis creativo.

Cuenta Carlos que dos días después lo llamó Néstor. “Que a Alex se le ocurrió que por qué no escribimos la historia del asesino serial”. Restaban ocho días, y sólo a seis manos había posibilidad de terminarla a tiempo.

CÓMO SE ESCRIBE A SEIS MANOS

Alex tuvo la idea de cómo hacerlo: “Cada capítulo estará basado en uno de los tres personajes, cada uno escribirá los capítulos de su personaje; Néstor escribe al asesino serial, Carlos al hacker y Alex al periodista”. La idea era que cada capítulo se defendiera solo como un cuento, para que armar las partes como novela no fuera muy traumático después. Luego, a Alex se le ocurrió la estructura que nos complicaría la vida pero le daría un toque especial a la novela: “El hacker cuenta la historia al revés, del final al principio; el periodista al derecho, del principio al fin; y los capítulos de Néstor son atemporales”. Pero la armada no fue tan sencilla, y al final tuvimos todos que meterle mano a todos los capítulos, y escribir algunos en conjunto.

Néstor: Nunca había escrito de forma tan febril, día y noche casi sin parar. Lanzaba ideas, ponía música, vivía en un ataque de ansiedad perenne. Bebía en cantidades industriales. Estaba en otra dimensión, el mundo no existía, nada importaba excepto meterme en la piel del asesino serial. Me parecía que comenzaba a perder del todo la cordura. Quería sentir lo mismo que el personaje cada vez que hacía una de sus obras de arte. Asesiné a unas diez personas, pero no logré llegar a lo que ningún escritor ha llegado, la semilla primigenia. Mientras más intentaba acercarme al primer instante, al salto que debe hacerse para pasar del soñar matar a la acción física, más me convencía de que habría que hacerlo para poder escribirlo. Hubo miedo, pero también una delicia morbosa en ese proceso. Y esa delicia se acompañaba del sueño cumplido de escribir en grupo con dos amigos, creación colectiva, algo que deseaba hacía tiempo.

Carlos: En el trabajo no rendía. En la casa las cosas no estaban fáciles. Mi entonces mujer exigía, y yo sin poder hacer nada. Una libreta bajo el brazo, trasnochado, enguayabado, agotado, y ella no entendía. Víctor, el hacker, me consumía. Hacía de las suyas conmigo y yo no podía desarrollar el personaje. Ya lo conocía, sabía cómo se movía. Sin embargo, no podía describirlo. Al final del tercer día de intentarlo, atendiendo un consejo de Alex, me sinceré. Acepté que ese personaje tenía relación con parte de mi vida, y de ahí en adelante, fue lubricar el asunto con alcohol. Las letras iban y venían, la velocidad era tiempo y en la cabeza dibujaba líneas de infinita blancura, prístina, para la salvación de las líneas.

Alex: No se en qué momento me convertí en Roberto Ledesma, el periodista mediocre. Seguramente me le parecía por la forma descontrolada en que escribía, casi sin tiempo para corregir. Yo, que me la paso corrigiendo cada párrafo una y otra vez. En todo caso, nunca había escrito tanto en tan poco tiempo. Nunca tampoco había podido conectar mi mente con la de otras personas como hasta entonces. Pero el resultado no me gustó, y no daba tres centavos por todo ese montón de páginas. Quizás un año después, al releer, sentí emoción, y me quedó la impresión de que la unidad orgánica de una obra literaria sólo se puede lograr escribiendo en muy corto tiempo, sin detenerse nunca a pensar si lo que uno está escribiendo está bien o está mal; simplemente se obedece al instinto del momento.

La metodología fue similar al desarrollo de un proyecto en informática: Primero, el diseño. Nos sentamos los tres y definimos el nombre de cada capítulo, la estructura, un resumen de lo que contaríamos en cada uno de los capítulos, y nos repartimos el trabajo. Luego, cada uno por su lado, pero sin dejar de conversar entre nosotros vía telefónica y con algunos encuentros, escribió su parte, los capítulos que le correspondían. Por último, nos reunimos los tres para armar la novela, hacer los empalmes entre los capítulos, y escribir lo que hacía falta entre todos al tiempo, turnándonos el teclado del computador, lanzando ideas a veces de forma atropellada. Los últimos dos días, pusimos a algunas amigas a que leyeran lo que teníamos y a que nos dieran sus impresiones, mientras hacíamos correcciones y perfeccionábamos la unidad de la obra. El final fue una carrera contra reloj: imprimir la novela, sacarle copias, encuadernarla, y enviarla por correo antes de las cuatro de la tarde. Luego vino lo bueno: a celebrar que al menos pudimos entregarla, todo entre aguardiente y risas.

La historia nos atrapó a tal punto, que inicialmente pensamos en escribir una secuela, pero lo que hicimos, después de dos meses de dejar la obra decantando, fue retomarla para corregirla y ampliarla. Le dedicamos un mes más de trabajo, en el que escribimos algunos capítulos adicionales y le agregamos más detalle a los ya escritos. Logramos cumplir tres objetivos principales:

  1. El investigador es el lector. Ninguno de los personajes está tratando de develar quién es el asesino. Es el lector el que, por la circunstancias mismas de la historia, descubre al asesino en el último tercio del texto. Sólo en el capítulo final, uno de los protagonistas conoce la identidad del criminal, no porque le haya hecho seguimiento, no porque haya investigado al respecto, más bien, por casualidad surgida de la necesidad de su propia supervivencia.

  2. Los personajes pierden. Ninguno de los protagonistas logra cumplir su objetivo en la historia. En esto queríamos romper radicalmente con ese trasfondo de cine y televisión en el que habíamos crecido, para adaptarlo a las noticias fragmentadas e insolutas de este país. La verdad nunca sale a flote. Aún más, en la medida en que los personajes fueron pareciéndose a cada uno de nosotros, la derrota no podía considerarse como una impostura, sino como una necesidad.

  3. Quedan cabos sueltos. La historia no es cerrada, el lector está en libertad de extrapolarla, e inventar su propio final. Igual que en los noticiarios colombianos, la información no conduce a nada concreto, excepto la promesa de una investigación exhaustiva…

Consideramos que una de las bondades del texto, es que los personajes no son ni héroes ni anti-héroes, sino personas comunes que bien podrían ser vecinos de cualquier lector. El hacker no es un salvador elegido al estilo de Neo en The Matrix, sino un tipo corriente con una gran necesidad de afecto. El periodista no es un gran escritor sino un oportunista que consigue su cuarto de hora de fama a costa de apropiarse de las confesiones íntimas de un criminal. Y el asesino múltiple no es una acaudalada inteligencia superior que en últimas se sale con la suya, sino un funcionario atrapado entre su mundo de horrura y el mundo ilusorio que ha creado basado en una estética definida por él mismo, quien concluye que sólo podrá tener algo de solaz para su vida en un exilio autoinflingido.

El principal logro de este trabajo no fue la Mención de Honor recibida, sino el fortalecimiento de nuestros lazos de amistad y de la fe en nuestro trabajo colectivo, que ha fructificado en dos novelas más y en un taller literario que emprendimos para compartir nuestras experiencias con las de otras almas necesitadas de un mayor acercamiento con otros creadores de ficción literaria.
Nuestra segunda novela también tiene fuertes lazos con el género negro, y nació como producto de la primera: Una historia de un detective bogotano, que es un personaje secundario de El Instalador, mezclada con un personaje vampiresco que aparenta poseer poderes sobrenaturales. En este caso sí hay una investigación policíaca, pero no al estilo clásico, sino bañada en la corrupción y la mediocridad propia de nuestro medio. El detective de Una Temporada de Sal no trata de hallar al responsable de los crímenes que se le presentan en su labor como defensor de la ley, sino que se tropieza con un par de malandros en su esfuerzo por librarse de una investigación que la Procuraduría sigue en contra suya.

EMBARCADOS EN UNA SEGUNDA NOVELA

Domingo de agosto. Carlos, que no encuentra a Néstor en la casa ni en ningún lado, recibe la llamada de una amiga muy querida. “Felicitaciones, se ganaron una mención de honor por la novela”. Y responde “¿cómo, que qué?”, y a correr por el periódico. Después, a llamar a Alex, “vea mijo, que le dimos al marrano”. Y Alex “qué va, no hable mierda”. En efecto, Alex había ganado mención de honor en solitario por su libro de cuentos, y los tres en conjunto habíamos logrado lo mismo con nuestra novela El Instalador. Eso fue un lujo histórico. No nos dieron el premio de novela, ni a Alex el premio de cuento, porque al ser uno de nosotros el ganador de cuento, rompíamos las reglas. Pero consideraron nuestras obras tan buenas, que a Alex y a nuestra Tríada nos dieron la mención de honor. Y no se quedó sólo ahí, a partir del 2003 se prohibió la creación colectiva. Los organizadores del Premio Nacional de Literatura agregaron una nueva regla: las obras presentadas deben ser de un autor único, nada de grupos. Decepcionante por un lado, y a la vez todo un logro, tuvimos tal trascendencia que tuvieron que ponernos coto.

En nuestra visión inicial, Una Temporada de Sal sería una superproducción desarrollada en diversos países del mundo. Hablaríamos de los cosacos, los toltecas, los egipcios, los otomanos. Pero nuestra bitácora inicial sufrió múltiples cambios. Terminamos desarrollando un mazacote negro con cara de novela de vampiros entre Bogotá y Mariquita, involucrando a Coca Cola, Claudia Castellanos y las FARC, relacionados de alguna forma con una serie de homicidios caníbales. En ese momento revivió la imagen de Cool Devices: bigote mazamorrero, facha destartalada, y mal aliento, encarnada en Apolonio Bermúdez. Y nació allí otro personaje maravilloso, un pastuso salido de Corabasos, latonero y luego investigador privado, que termina ganándose la vida machacando la triste existencia de un señorito metalero, cuyo único pecado fue andar de novio con la niña equivocada.

Néstor: A Alex le dio la vaina de que escribiéramos en trío la historia de vampiros con que yo soñaba hacía años, y que había originado el personaje del asesino serial de El Instalador. Pero él quería una historia épica, apoteósica, y yo investigué juicioso sobre los precursores de los mayas, y escribí páginas llenas de poesía sobre un vampiro que habría acosado a los toltecas, y habría ocasionado no sólo múltiples características de su cultura, sino su decadencia y desaparición total. Luego, Carlos y Alex inventaron al pastuso quiebra huesos, y ese personaje sumado a nuestro Bermúdez, me dieron la pauta para escribir con la misma ansia febril con que había acometido al asesino serial de nuestra primera novela. Sin embargo, el punto de elevación máxima para mí en esta segunda novela, fue Adriana, una muchacha inteligente y sensible de buena familia que, a través del black metal, expresa su rechazo a la sociedad actual y al mundo establecido. Siempre me ha gustado meterme en la piel femenina, y aún hoy siento que Adriana ha sido mi mayor logro en el desarrollo de un personaje mujer. Me convertí en ella, sus dolores, sus inquietudes, sus contradicciones. A pesar de esto, la historia no lograba cuajar, y una de las dificultades era que yo me había ido a vivir a Cali y me conectaba con Alex y Carlos por correo electrónico; se perdió la magia de estar los tres juntos escribiendo. A pesar de todo pienso que con el tiempo se logró una unidad suficiente para justificar lo que a mi parecer, es el centro de la novela: el encuentro entre Bermúdez y el pastuso, un capítulo escrito por Alex que es de una brillantez inusitada.

Carlos: Alex está tostado de pies a cabeza. Y siguiéndole la idea, me volví cosaco, hasta frío ruso sentí, nadé por varios ríos de Petrogrado, conocí la leyenda de la armadura de Iván, y en esas, conocí a Carmenza, uno de los personajes centrales de la novela, una camandulera que pierde a su hija cuando iba para un retiro espiritual. Carmenza asegura que la niña fue raptada por un demonio que la acosaba de años atrás. Me hice cristiano y anduve dos semanas con una Biblia debajo del brazo, predicando, perdiendo la razón en manos de Dios. Luego, vi enhiesto su tieso palo que me penetraba, y yo con rezos lo vencía y gritaba al mundo la gloria del Vaticano. En una balacera recuperé la razón: se trataba de una escena de un robo a un banco que, por desventura, fue obviada del texto final pues consideramos que no aportaba nada a la historia.

Alex: La historia estaba podrida desde el principio. Pero la ingenuidad y las ganas pueden más que el muro de la realidad. Entonces intentamos una vez, lo intentamos otra vez, lo intentamos otra vez, y claudicamos en, no sé, doscientas páginas. Era una historia que no se podía contar. Y aún así, servía de pretexto para seguir escribiendo. En todo caso, me gusta mucho la funeraria Sun Dreams, un local en la avenida Primero de Mayo con Boyacá, en donde se mezcla un bar algo gótico con el culto a la depresión, justo al lado de un asadero de pollos.

Una Temporada de Sal quedó como una serie de capítulos casi inconexos a los que ninguno de los tres quería darle la cara. Sin embargo, luego de varios esfuerzos, fue posible, con mucha tijera de por medio, darle forma y constituirla como novela.

Luego nos salimos del género negro. Nuestra tercera novela es una historia de ciencia ficción de corte cyberpunk, desarrollada en una Bogotá de un futuro distópico en el que China domina el mundo, pero sin conseguir, a pesar de sus métodos radicales, eliminar la chapuza propia de nuestros chuecos funcionarios que rebasan la tecnología y la visión de cualquiera.

Hoy en día, los tres estamos convencidos de que nuestra tercera novela, que llamamos Manual de Levitación Magnética, es nuestro mejor logro. Está constituida por cuatro relatos, el tercero de los cuales, "El Otoño del Superconductor", fue ganador de diploma de finalista en el concurso de los 25 años del Taller de Escritores de la Universidad Central. Sin embargo, nuestra primera novela colectiva, El Instalador, sigue siendo la que más cautiva nuestros afectos. Además de ser la que tiene la estructura narrativa más compleja. Haber logrado que tal complejidad funcionara, y haber escrito una primera versión, ganadora de premio, en sólo una semana, es un orgullo para nosotros.

No podemos finalizar esta charla sin aclarar que nunca nos propusimos escribir una novela negra como parte de la moda que ha disparado la producción del género negro en Latinoamérica en nuestros días. Quizás fue una coincidencia, o quizás fue sencillamente la válvula de escape a todos los contenidos que habíamos recibido mientras terminábamos de crecer. En todo caso, lo primordial de El Instalador no son los crímenes, ni mucho menos la investigación tendiente a descubrir al culpable. Más bien, se trata de un ejercicio por medio del cual queremos subrayar ciertos pasajes de la realidad que nos toca. En el caso del asesino serial, lo que queremos iluminar no es tanto la orgía de sangre, sino más bien, la presión que ejerce la sociedad sobre un pobre tipo que quiere hacer arte y no encuentra otro medio de expresión que los muertos de su propia mano, al estilo de los adolescentes que se rompen a cuchillo y palo en los estadios con la excusa de defender la casaca de su equipo de fútbol, o menos metafóricamente, la casaca de su alma. En el caso del hacker, interesa más la soledad que sus habilidades tecnológicas; esa soledad que sólo posibilitan justamente los desarrollos tecnológicos, la soledad de un hombre que necesita afanosamente conectarse con el género humano, pero no encuentra en este mundo otro medio de comunicación que los cables y los paquetes electrónicos que viajan de computador en computador. Y finalmente, el periodista parece solamente una víctima de las editoriales, de esos montajes comerciales que con cocteles y adaptaciones cinematográficas pretenden reducir a los creadores honestos a sólo piltrafa. Lo podemos ver como un oportunista más que logra descifrar el entuerto del éxito comercial y hacerse a gruesas sumas de dinero con lo que otro ha escrito, fruto de su propio desangre. Pero no es en últimas más que otra víctima de las cadenas de distribución, de su propia alienación, y de las fantasías que él nunca podrá realizar, ¿acaso nosotros?

En todas estas intenciones ocultas, encontramos el verdadero valor de una novela negra. No vale la pena escribir si no es para denunciar, no valen la pena los muertos si no es para sacudir las conciencias, no vale la pena el misterio si no es para develar los mecanismos oscuros que emplea el aparato productivo para apabullar a los ciudadanos corrientes y sumirlos en la esclavitud del consumo. Esas novelas negras que sólo apelan al folclor o al amarillismo por el amarillismo, carecen en nuestro concepto de todo significado. La novela negra, como la de cualquier otro género, no tiene valor si no sirve como medio para arrojar al lector al fango de su cotidianidad.

Así vista, la novela negra que escribimos no pretende ser un refrito criollo de lo que ya ha sido explotado hasta su extinción en otras latitudes. La hemos utilizado más bien como excusa para exponer la miseria en que estamos envueltos. No pretendemos que se constituya en un tratado sicológico o sociológico, sólo hemos querido desahogar nuestro resentimiento y una oculta gana de subversión. Quizás sea esta explicación suficiente para la negativa de las editoriales a publicarnos, evento que no impide que continuemos escribiendo con la misma motivación.

Nunca pensamos que El Instalador podría ser un éxito relativo gracias a la acogida que han tenido en las nuevas generaciones series como Los Nuevos Investigadores del Discovery Channel, o como CSI del canal AXN. Nunca nos propusimos escribir para el amplio público joven que desde hace varios años se ha lanzado en masa a las florecientes academias de criminalística del país. Más que escritores del género negro, nos consideramos amantes de las letras, que hemos logrado unir nuestras tres mentes en un mismo propósito por concebir obras literarias que muestren al mundo que la escritura no necesariamente debe ser un trabajo solitario.

Aquí es a donde queríamos llegar. Un escritor de novela negra que ve frustradas sus ansias de publicidad, se encerrará en el cuarto de San Alejo a rumiar sus lágrimas. Nosotros tenemos la ventaja incomparable de ser tres, y tres juntos no caben en el cuarto de San Alejo, sino que tienen que salir necesariamente a alborotar. Es así como iniciamos el proyecto Las Filigranas de Perder, inspirados en los esfuerzos que contra el control de la cultura y del acceso a la información que promueven los grandes oligopolios editoriales, cinematográficos, disqueros y públicos, han impulsado movimientos como Cultura Libre, Música Libre y Software Libre. Igual, nosotros nos hemos lanzado a la quijotada de una promoción libre de la escritura. Queremos rescatar la voz de los escritores rechazados, la voz de los escritores mudos, queremos recuperar la inexistente vocación de escribir no por la gana de la publicación y los premios, sino por el simple arte de escribir bien. En el borboteo calcinante de nuestra derrota, nos atrevemos a descreer de las intenciones económicas que conlleva el acto de escribir. Sentenciamos: no escribimos por la plata, ni por los lectores, ni por una fama rimbombante, sino por el pírrico y desgarrante orgasmo de contar con los amigos.

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

octubre 27, 2006

Creación Colectiva en Antología de Arango Editores


El Movimiento Literario Independiente "Las Filigranas de Perder" se complace en informar a todos los amantes de las letras en lengua castellana, y en particular, a los autores de narrativa, que Arango Editores ha decidido incluir un trabajo de creación colectiva en su antología de "nuevos" escritores colombianos.

El propósito de Arango Editores es el de hacer una compilación de textos tipo Páginas Amarillas o Líneas Aéreas de la editorial española Lengua de Trapo, en que sea abarcado un grupo en un género común prologado por un escritor o un crítico muy autorizado y presentarlo en sociedad. La editorial desea apoyar a los autores para renovar los nombres del panorama nacional o ampliar, al menos, el abanico.

Néstor Pedraza, Carlos Ayala y Alex Acevedo, enviamos tres textos escritos a seis manos, entre los cuales fue seleccionado Siete Hierbas y Un Gatito, que constituye el segundo capítulo de la novela El Instalador (Mención de Honor en el Premio Nacional de Novela, 2002).

Los miembros fundadores de Las Filigranas de Perder y autores en colectivo de las novelas El Instalador, Una Temporada de Sal, y Manual de Levitación Magnética, agradecemos a Juan Pablo Plata el habernos invitado a enviar nuestros textos a la selección de la antología, y a Arango Editores el habernos seleccionado, apoyando así nuestro proyecto de creación colectiva en literatura. Esperamos esto sea un aliciente más para que los autores tomen la creación colectiva como una alternativa seria de producción literaria, y para que las editoriales y los concursos abran sus puertas a la creación colectiva en literatura.

Compartimos este triunfo con los talleristas del Taller de Ensayo y Cuento "En la Inmunda", con todos los miembros, colaboradores y seguidores de Las Filigranas de Perder, y con todos los autores y los amantes de las letras.

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

septiembre 26, 2006

Nuevos Reconocimientos para la Creación Colectiva


El pasado viernes 22 de septiembre, el trabajo de creación colectiva que venimos desarrollando desde el año 2002 los miembros fundadores del Movimiento Literario Independiente "Las Filigranas de Perder", recibió dos nuevos reconocimientos.

Durante la mañana, nuestra ponencia "La Creación Colectiva en el Género Negro" tuvo muy buena acogida entre el público asistente al "II Simposio Internacional de Literatura" de la Universidad Central. Alex Acevedo, Carlos Ayala y Néstor Pedraza, sentados en la mesa de los ponentes frente a la enormidad de la Sala Fundadores (antiguo Teatro México), mientras compartíamos entre los tres un vaso de aguardiente, leímos nuestra ponencia escrita a seis manos, donde revelamos detalles e intimidades de la creación de dos de nuestras tres novelas escritas en colectivo. Las aventuras del asesino serial de "El Instalador" y del detective corrupto de "Una Temporada de Sal", junto con la lectura de un pequeño aparte de cada una de estas novelas, fueron la introducción que nos llevó a hablar de nuestra apreciación conjunta del género negro, de la literatura y del arte de escribir. Nunca pensamos recibir tantos halagos y tanto reconocimiento por nuestra ponencia.

Y en la tarde, luego de tomarnos unas cervezas, asistimos al acto de premiación del Concurso de Novela 25 Años del Taller de Escritores de la U. Central, donde nuestra novela corta "El Otoño del Superconductor", un relato cyberpunk que forma parte de nuestra tercera novela "Manual de Levitación Magnética", fue premiada con diploma de finalista.

Después, el coro de la universidad protagonizó el acto de clausura, destacándose en la obra "Bebamos", una polifonía coral del siglo XVII en la que se hace una apología al vino tinto. Por supuesto, de ahí salimos a acabar con el vino y el whisky que ofrecieron como despedida del evento.

Éxito por partida doble, pues, para nuestro trabajo de creación colectiva. Y queremos compartirlo con todos los amigos y seguidores de Las Filigranas de Perder, con los talleristas "En la Inmunda", y con todos los amantes de las letras.

Agradecemos a Isaías Peña y a Oscar Godoy por habernos invitado a participar en este evento, a la Universidad Central por abrir estos espacios de discusión y encuentro entre creadores literarios, y a todos los asistentes al simposio por su apoyo y compañía. Agradecemos especialmente a nuestro tallerista Jesús Delgado, cuya presencia fue motivo de orgullo y alegría para nosotros, y al escritor y amigo Iván Méndez, cuyo cuento "El Hombre más Feo" recibió premio como finalista del Concurso Nacional de Cuento organizado por el TEUC.

Un abrazo a todos.

Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Creación Colectiva. Mostrar todas las entradas

julio 13, 2006

Taller de Ensayo y Cuento "En la Inmunda" : Así fue nuestra programación


El taller "En la Inmunda" ha terminado. Como recuerdo de las actividades que llevamos a cabo, dejamos el registro actualizado de lo que fue la programación del taller.


TALLER DE ENSAYO Y CUENTO "EN LA INMUNDA"
PROGRAMACIÓN 2006

Sábado 13 de mayo: Literatura Vampírica.
"Precedentes Literarios y Orígenes Históricos de Drácula", un viaje por la historia de Rumania, la vida de Bram Stocker, y los textos clásicos más importantes de la literatura relacionada con los vampiros, por Néstor Pedraza.
Lectura de "Nosferatu", de Griselda Gambaro.
Lugar: Biblioteca Virgilio Barco, Av. Carrera 48 #61–50.

Sábado 20 de mayo: Movimiento Cyberpunk.
"Las Posibilidades Extáticas del Futuro Estático", un recorrido por los orígenes y los postulados del movimiento literario contracultural de la década de 1980, por Carlos Ayala.
Lectura y análisis de “El Mercado de Invierno”, de William Gibson.
Lectura de los cuentos de los talleristas que respondieron al reto "Villa Diodati".
Lugar: Biblioteca Virgilio Barco, Av. Carrera 48 #61–50.

Sábado 27 de mayo: Porno y representaciones grotescas.
"La Ruina de la Literatura Erótica vs. El Cine Porno", un breve recorrido histórico en busca del significado y la trascendencia del arte erótico, por Alex Acevedo.
Lectura de “Vida y Muerte de Cuatro Camarones”, ensayo de Alex Acevedo sobre la vida de cuatro figuras emblemáticas del cine porno norteamericano.
Lectura de “El Ojo del Gato” de Georges Bataille.
Proyección de la película “9 Songs” del director Michael Winterbottom, con comentarios del crítico de cine Augusto Bernal.
Lectura de cuentos cyberpunk enviados por los talleristas.
Lugar: Escuela de Cine Black María, Carrera 18 #82-23.

Sábado 3 de junio: Literatura Crónica.
Charla sobre periodismo narrativo a cargo de nuestro invitado especial Alberto Salcedo Ramos, ganador del Premio de Periodismo Rey de España (1998) y de tres Premios Nacionales de Periodismo Simón Bolívar.
Lectura de "La Palabra de Juan Sierra", crónica de Alberto Salcedo Ramos.
Lectura de “La Ventana Indiscreta”, crónica de Néstor Pedraza.
Lectura de relatos eróticos de los talleristas.
Lugar: Ciudad Invisible Libro-Café, Carrera 4A #26-12, Barrio Macarena.

Sábado 10 de junio: Drogas y estados alterados de la mente.
Lectura de “Eurotrash”, relato de Irvine Welsh.
Charla colectiva a partir de la investigación de los talleristas sobre drogas y literatura, coordinada por Carlos Ayala.
Lectura de las crónicas periodísticas enviadas por los talleristas.
Lugar: Biblioteca Luís Ángel Arango, Calle 11 #4-14.

Sábado 17 de junio: Minificciones.
Charla sobre minificciones por Alex Acevedo.
Lectura de “Homenaje a Otto Weininger” de Juan José Arreola,
“Teoría de Dulcinea” de Juan José Arreola,
“Vaca” de Augusto Monterroso,
“Amor” de Hector Oesterheld,
“Hegel y los Buhos” de Alberto Barrera,
“El Dios de las Moscas”, de Marco Denevi.
Cada tallerista presenta su respectiva mini.
Lugar: Biblioteca Luís Ángel Arango, Calle 11 #4-14.

Sábado 24 de junio: El Juego y la Literatura.
"Relaciones entre la literatura y los videojuegos", charla del invitado especial César Sánchez, adicto a los videojuegos.
"El juego como arte y la literatura como juego", por Néstor Pedraza.
Lectura de “Final del Juego”, de Julio Cortázar.
Lectura de un cuento de los talleristas.
Lugar: Scroll, Carrera 33 #96-51, Barrio La Castellana

Sábado 1 de julio: Fuera del lugar.
Ensayo sobre la vida y obra de Raúl Gómez Jattin, por Carlos Ayala.
Lectura de “Exactamente no fue Bernadette", de Charles Bukowski.
Lecturas de textos de Jattin y de cuentos de los talleristas sobre la locura.
Lugar: Biblioteca Luís Ángel Arango, Calle 11 #4-14.

Sábado 8 de julio: Creación Colectiva.
Ensayo colectivo sobre creación colectiva a cargo de los orientadores Alex Acevedo, Carlos Ayala y Néstor Pedraza.
Lectura de cuentos colectivos de los talleristas.
"Producción del Vino", charla de nuestra invitada especial Lilian Alvarado, experta en el tema.
Gran Clausura del Taller, lubricada con vino de coca, cortesía de Casa de Los Vinos, Carrera 105 #20B-24, Fontibón.
Lugar: Monserrate, cancha de minitejo a unos dos minutos subiendo por el camino de los peregrinos.

No comments yet

 
Theme By Arephyz, Modified By: §en§ei Magnu§ and Powered by NEO