agosto 16, 2007
Alberto Robredo - Colaboración desde Argentina
ALBERTO ROBREDO
Oscar Portela
Oscar Portela
Embriagues, soledad, igual delirio,
no eres Moisés y en niño abandonado
siente el frío de quien crea
como un pequeño Dios
a quien sus criaturas abandonan.
Éste es el infierno: pobreza y abandono.
la certidumbre de saber que nadie
sabe que existes. Ni hermanos ni familia
ni los amigos a quien diste tu corazón
entero sangrado de los sueños.
Sueños truncados e inflamados que
se apagan ahora con alcohol y gritos
de socorro y ya nadie lo advierte.
Eres un templo abandonado. Una capilla
en ruinas donde los apagados cirios
son los iconos desta tu soledad y tus martirios.
Pide disculpas si en locura
rompiste las imágenes guardadas
dentro de un corazón en el destierro.
Y eso es todo. ¿Cómo explicarlo sino
en algún poema? Ya nada esperas
y aún esperas. Tú no sabes rezar
Y lejanos los días donde el sol esplendía
te quemas con la escarcha del invierno.
Tú eres el pasado y la memoria del pasado.
y un segundo fatal no consumado.
¿Ya lo entiendes Robredo?: Yo lloraba y reía
no importaba nada salvo la música celeste
pues que yo el que era y aquel-sombra fugas
y sigilo — me abandonó hace tiempo.
El alcohol para quien a deriva e intemperie
monta la vida sin ser jinete es la errancia
sin fin sin casa ni deseos.
Eso fue todo y espero que comprendas.
Durante largo tiempo yo te cargué
en mi alma y aún lo sigo haciendo.
Olvida pues, que nada ha sucedido
en el desierto en que mi nombre es piedra.
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