LAS FILIGRANAS DE PERDER

septiembre 21, 2007

Cruces - Colaboración desde Ciudad de la Costa, Uruguay


CRUCES
Federico Valfré

Rodrigo está mirando por la ventana.

Esa misma noche unas horas antes, en el barrio donde había crecido, se encontró con un amigo de la niñez.

Francisco estaba dando vueltas con unos amigos. Viendo qué rastrillar. Lo ve salir de una casa donde se estaban mudando. La señora dueña de la casa entra para limpiar la casa. Francisco decide seguirlo. A unas cuadras, lo encaran los amigos, riéndose, pidiéndole fuego. Él se queda en tercer lugar donde la luz no permite que lo vean bien.

Rodrigo está por mudarse cerca de la casa donde se crió en la niñez. Deja todas las cosas en casa. Cuando ya ha salido, una mujer que no conoce se le arrima y le pregunta si puede arreglar la casa. El le responde que sí. Sigue camino de visita a sus amigos. Rumbo a esa cuadra donde todos habían crecido. En la oscuridad del recorrido se le arriman tres personas. Le empiezan a preguntar si se va a mudar. Que el barrio está salado, que hay muchos robos. “Para él que hace años no vive en la zona, le parece todo mentira”. Se arrima a ellos y les dice que es un barrio tranquilo. Uno de ellos, el que está más lejos se le acerca. Rodrigo lo conoce como un amigo de la infancia. Lo llama por su nombre y se ríe. Intercambia algunas palabras con él.

Francisco lo agarra de la cabeza y le rasca el pelo. Le mete un palillo en la boca.

Rodrigo salta y le dice que está loco, que cómo lo va a amenazar con una navaja.

Los amigos de Francisco ya quieren interceder y matarlo.

Rodrigo sigue despotricando.

Francisco achica a sus amigos.

Rodrigo se calma un poco.

—Hace mucho que no andás por el barrio.

En la cuadra de sus amigos se los encuentra a todos reunidos en el frente de una casa. Varios habían visto el incidente y no habían hecho nada. Algunos ni siquiera le dirigieron la mirada.

Rodrigo empieza a despotricar contra los tres. Nadie lo escucha ni le da pelota. Sólo uno de sus amigos le dice que debería de hacer algo.

Juntos van hacia la comisaría. Hacen la denuncia. Y se van. Rodrigo con pesar. Su amigo con alegría de haberlo ayudado.

Unas horas más tarde, Rodrigo en la casa de sus padres está completamente asustado. Las gotas de sudor le recorren el cuerpo. Cierra todas las ventas. Algunas no se pueden tapar muy bien con las cortinas.

Desde el borde de la casa ve una camioneta de policía que viene a toda velocidad. Mira hacia dentro de ella. Está con la puerta abierta la chanchita. Un policía está cagando a patadas a unos que están en el piso.

Sentado en el asiento del acompañante va Francisco amenazado con un arma.

No comments yet

 
Theme By Arephyz, Modified By: §en§ei Magnu§ and Powered by NEO